Letras y Cuentos de mi Sangre: Carta a una amiga

lunes, 10 de marzo de 2008

Carta a una amiga

El no tener un por qué en la vida, amiga, el carecer de una meta fija de llegada, el vivir sin aferrarse al amor de un hijo y de un marido, es origen a veces de abandono de sí mismo e inevitable padecimiento de desorientación espiritual.
Cuando escribas este libro, cuando plantes un árbol y cuando tengas un hijo, podrás pensar que has cumplido vuestra misión en la tierra. Hasta entonces sólo puedes pensar que has sido un parásito, puesto que no quedará de ti más que un recuerdo que se esfumará poco después que tu figura.
Esa, amiga, no es nuestra misión. Nuestra misión puede cumplirse con poco ya que sólo basta para ello pensar con un poco de criterio y dejar de lado principios estériles e ineficaces, orígenes siempre de sueños fantasiosos y, como tales, irrealizables.
Tomar como ejemplo la vida de una mariposa es, como ella, aventurarse a quemarse las alas a poco de haber comenzado el vuelo. Luego, nuestra misión en la vida no es esa.
¿Te detuviste alguna vez a pensar qué es la vida, el por qué existimos, el por qué de las perfecciones e imperfecciones humanas y naturales? ¿Has observado alguna vez que todo por imperfecto que parezca, que todo por innecesario que se nos antoje tiene un por qué, una misión, un fin?
Tú eres inteligente y eres buena y en el fondo de ti, amiga, hay un algo que quizá nunca lograste descubrir, tal vez por haber querido vivir la vida demasiado deprisa, demasiado a tus caprichos, sin darle importancia a las cosas, como si ellas carecieran de valor o su valor careciera de importancia.
Pero un día, quizá un día te encuentres sola. La vida se habrá encargado de sazonarte con amarguras y decepciones y tú entreabrirás tus manos con lentitud y, al verlas, las encontrarás vacías y recordarás entonces el libro no escrito, el árbol no plantado y el hijo no gestado dentro de ti, y querrás hacerlo. Pero puede entonces ya ser tarde. La vida, la propia vida siembra dentro de nosotros con sus decepciones, con su desorientación y con su soledad, semillas que producen frutos de comodidad, de apatía y de escepticismo que nos malogran quizá para siempre.
Tú, aún estás a tiempo, amiga.

No hay comentarios: