Letras y Cuentos de mi Sangre: julio 2008

jueves, 31 de julio de 2008

Si tú supieras



Si tú supieras que yo, porque fui herido,
Como el poeta he pensado en este adagio.
No creas jamás que te hayan querido
Por más besos de amor que te hayan dado.

Si tú supieras que no obstante haber vivido
Y por sombra de dudas ser rodeado,
Fue verte y tener por comprendido,
De tu alma, un valor inmaculado.

Si tú supieras, mujer, que has conseguido
Con tu sola presencia esta mañana
Disipar negras nubes que han podido

Oscurecer por mucho tiempo mi alma.
Si tú supieras, mujer, cómo te admiro
Y con cuánta emoción te doy las gracias.


16 de Setiembre de 1957

miércoles, 30 de julio de 2008

Por amor



Pequeñas cosas de valores grandes
Comienzo, vida, para ti, a escribir.
Y a tu regreso, tú sabrás pagarle
A aquél que sufre por amor a ti.


9 de Abril de 1957

martes, 29 de julio de 2008

Tú, la reina



Nunca nadie a ti te dijo que eres criatura adorable,
Que no tienes que estar sola, que es necesario cuidarte
Y no debes con tu barco desafiar los bravos mares.
Pues si nadie te lo dijo puedes, criatura, alegrarte,
Que aquí está el que bien te quiere y no hace más que pensarte,
Y pensando en ti y en él formó un mundo muy aparte
Para habitarlo contigo, donde te servirán ángeles,
Donde no habrá peligro de olas con sus furiosos embates,
Porque él será la escollera donde deban de estrellarse,
Y tendrás en él tu huerta, tus jazmines, tus azahares
Y un amor tan puro y noble como es el mundo de grande,
Y una casa pequeñita, toda rodeada de árboles
Con una blanca escalera, blanca escalera y muy grande,
Larga como el sueño mío, mi sueño de conquistarte.


6 de Setiembre de 1957

jueves, 24 de julio de 2008

Alma triste



Oh acordes musicales que llegan a mi alma
Y pobre, la entristecen hasta hacerla llorar.
Mi vida la comparo a la mar que estando en calma
Encierra bajo de ella la gran profundidad.
Misterio impenetrable que rige los destinos
Y que nos hace de ellos esclavos del andar.
Quién pudiera desviarlos de sus propios caminos
Para encontrar entonces la gran felicidad.


16 de Febrero de 1957

miércoles, 23 de julio de 2008

Mamilina querida




Esta soledad aterradora hace que mi espíritu fallezca.
Me voy de aquí, la calle en su murmullo
Hará calmar la sed que me devora.
Me voy a ahogar la pena que me vence,
Voy a llorar sin que nadie se de cuenta
Que sangra el corazón por esta herida,
Que por siempre y para siempre estará abierta.

3 de Abril de 1955

lunes, 21 de julio de 2008

No le cuentes a nadie



No le cuentes a nadie que anoche
Caminando por el callado río
Me encontraste llorando solo, triste
Y enfermo como pájaro herido.
No lo comentes nunca, guárdalo en tu recuerdo.
Lo que yo te contara, que muera en el silencio.
Todo lo que tú sabes, ese amor tan sincero
Quedó ya abandonado en el agua, muy dentro.
Trata ya en delante de pensar que no es cierto,
Que nadie puede querer como aquél de mi cuento,
Que un amor tan profundo sólo vive un momento,
Como el fuego que quema y que se apaga luego.


4 de Noviembre de 1956

domingo, 13 de julio de 2008

No me comprendes

Tienes temor de amarme
Porque no me comprendes.
Y estoy seguro, nunca
Podrás comprenderme
Porque llegué a la vida
En un malvado mundo.
Debiendo ser un ángel,
Nací en un mundo cruel.



20 de Febrero de 1958

viernes, 11 de julio de 2008

Y crecerán los árboles



Y crecerán los árboles que ayer nos contemplaron,
Y perderán sus hojas que secas morirán,
Y pasarán los años así como pasaron
Los sueños, la esperanza, las horas que se van.
Y crecerán los árboles y yo he de hacerme añoso,
Y tú has de hacerte añosa, principio del final.
Y un día, quizá lejos el uno ya del otro,
Miremos con tristeza la vida que se va.


16 de Diciembre de 1957

miércoles, 9 de julio de 2008

Ya llegarás...



No solamente yo te llamo en esta soledad,
Mi niño siempre te busca sin saber por qué no estás.
Es el destino, le digo, espera, ya llegará.
Y él… que no, que no, me dice,
Es que no puede esperar.
Como él, yo también me muero
Y tú quizá no vuelvas más.


21 de Mayo de 1955

domingo, 6 de julio de 2008

El cuentito de “Pirundín”

En un país que se llama Alaska, donde la nieve en forma casi permanente cubre de un manto blanco los inmensos desiertos, hace muchos años vivía en una confortable choza de madera muy linda y bien construida un hombre que se llamaba Pirundín.
Cuentan aquellos que lo conocieron, que Pirundín era un hombre bueno que se dedicaba a comprar y vender cueros de animales salvajes de la zona, osos, lobos y algunas focas.
Su negocio le producía buena ganancia y así vivía feliz con su esposa y sus dos hijos de seis y siete años de edad. Ellos conocían muy bien el manejo de los trineos y la forma de conducir a los perros y se entretenían en cazar animales chicos, lobitos, ositos y algunas especies de aves que había en la región.
Como los chicos se hacían grandes era necesario mandarlos al colegio para que estudiaran y de esa forma llegaran un día a ser médicos, ingenieros, abogados. Por esa razón y como allí no había escuelas, Pirundín dispuso que la mamá con los niños fuera a vivir a la ciudad.
Como es lógico suponer, papá Pirundín al quedarse solo extrañaba mucho a los hijos y a su mujer, pero cada vez que podían o bien él iba a visitarlos o la mamá venía con los chicos a pasar unos días para hacerle compañía y encontrarse todos juntos y felices.
La compra venta de cueros le producía a Pirundín buenas ganancias. Él había nacido en esos lugares y no podía emprender otro negocio, esa era la razón por la que debía quedarse en ese lugar pero su familia vivía bien y en el período de vacaciones escolares todos estaban a su lado.
Los chicos se pasaban jugando con la nieve y hacían grandes muñecos que se endurecían como hielo y permanecían muchos días parados y duros como estatuas o como fantasmas.
En pleno invierno Pirundín estaba solo, toda su familia se había trasladado a la ciudad pues era período de clases y una tormenta muy grande de nieve y viento azotaba la choza de nuestro amigo, el fuego ardía en la gran estufa que había encendido Pirundín y éste se sentó en un cómodo sillón para calentar su cuerpo frente a las llamas y ahí se quedó dormido.
Soñó cosas muy lindas, recordó en el sueño a sus hijitos pequeños jugando con sus trineos, con sus perros, los vio correr de un lado para otro, vio en sueños que uno de ellos resbalaba y caía desde una alta cumbre pidiendo a gritos auxilio, auxilio. Despertó Pirundín sobresaltado, se frotó los ojos con sus grandes manos un tanto curtidas por la nieve y el frío y entonces volvió a escuchar nuevamente una voz que desde afuera pedía ¡socorro, socorro!
De un salto, lo mismo que lo haría un tigre, el hombre que habitaba en la nieve se encontraba delante de la puerta de su choza, en la mano izquierda sostenía su carabina y ya su puñal estaba colocado en su cintura; miró de un lado a otro y la voz que había pedido auxilia al ver a Pirundín volvió a gritar, aquí, aquí, por favor.
Una mujer joven con ademanes desesperados indicaba a cinco hambrientos y furiosos lobos que pretendían atacarla y devorarla al igual que a su pequeño bebé que cobijaba con fuerza oprimiéndolo contra su pecho.
No había tiempo que perder. Pirundín con la carabina en posición de tiro hizo dos disparos continuados dejando tendidos en el suelo y muertos a los dos lobos que estaban más cercanos a la mujer; otros dos lobos pretendieron escapar asustados por los estampidos del arma y al igual que los anteriores otras dos balas les dejaba tirados en el suelo heridos de muerte.
El hombre que como él está acostumbrado a luchar con las fieras y los peligros de esos lugares no perdió en nada su serenidad y fue en busca de la mujer y su hijo, pero no vio que a sus espaldas otro lobo se agazapaba esperando el momento propicio de atacarlo. Los gritos desesperados de la mujer se lo advirtieron: ¡cuidado atrás suyo! Sin perder la calma Pirundín levantó la carabina y observó entonces que una bala había trabado el cargador del arma, para provocar más al animal arrojó contra él su carabina pegándole sobre la cabeza y ya su puñal estaba aprisionado por su mano derecha. El animal golpeado se enfureció más aún y pretendió saltar sobre Pirundín quien con una rodilla en el suelo calculó el salto y lo dejó pasar por arriba suyo, abriéndole con el cuchillo de un solo tajo y de una puñalada tan larga como era la panza del animal. Flora, la mamá que milagrosamente había salvado su vida y la de su niño, no tenía palabras para agradecer a Pirundín lo que éste había hecho, y luego de comer algo en la cabaña del nuevo amigo siguió su camino sin temores ya, porque siempre, en todas partes y de distinta manera, podemos encontrar un amigo como nuestro amigo Pirundín.

viernes, 4 de julio de 2008

Cuando esté solo


Cuando después de andar y andar por el camino
Abra mis manos y no encuentre nada;
Cuando ya esté solo, cansado y dolorido
Y no haya nada que me brinde nada;
¿No habré de arrepentirme del pasado
Y aún tendré fuerzas de ahogar la nada?

21 de Enero de 1957

miércoles, 2 de julio de 2008

Estarás allí


Ahora estarás allí en mi altar,
Ya sólo vive tu alma.
Serás lámpara votiva
Que alumbre mis esperanzas.
Ya murió tu cuerpo,
Aquél que provocara mis llagas,
Aquél que sólo he deseado
Porque guardaba tu alma,
Y que al morir me la entrega
Para que pueda adorarla.
Y estarás allí, sagrada,
Como guía de mis actos,
Sobre mi altar colocada
Como símbolo de fe
A lo que fue mi esperanza.



10 de Setiembre de 1957