Letras y Cuentos de mi Sangre: mayo 2011

martes, 31 de mayo de 2011

Yo te maldigo, Destino

Pedazos de corazón
Van rodando por el suelo.
¡Qué destino más cobarde
Castigar a un indefenso!
¿Quién os incita, Destino?
¿Dónde habita ese Dios bueno
Que no controla
Tu furia de maldad y despecho?
Cómo no poder lucharte,
Pero que sea lucha a muerte
Hasta que uno de los dos
Ya no exista, quede inerte.
Pero tú eres un cobarde,
Nunca te muestras de frente,
Vienes con el ser que nace,
Le sigues hasta la muerte
Siempre escondido en las sombras,
Sin lucha de frente a frente.
¡Yo te maldigo, Destino,
Que mi maldición te llegue!



24 de Octubre de 1957

jueves, 26 de mayo de 2011

Caminando



Juntos vamos caminando
Por las calles de la vida,
Vamos tomados del brazo
Porque tú eres muy niña.

Caminando, caminando,
Tú me cuentas tus pesares.
Caminando, caminando
Yo he empezado a enamorarme.

Si el Destino nos separa
Mi brazo ha de estar vacío,
Caminando por las calles
Vagaré ya sin alivio.

Juntos vamos caminando
Por las calles de la vida,
Vamos tomados del brazo
Porque tú ya no eres niña.

Caminando, caminando,
Me cuentas tus alegrías.
Caminando, caminando
Te entrego la vida mía.

6 de Agosto de 1957

jueves, 19 de mayo de 2011

Tres cigarrillos

Otoño suntuoso, el viento solemne susurra un Te Deum.

Una noche hermosa. Acaban de chatear ávidamente. Más abrigado que de costumbre, Mateo recorre las calles desiertas en busca del único que puede darle una mano. Se trata de... llamémoslo Fabrizio, un... "Solucionólogo". Vive en la calle, acurrucado en un fogón resplandeciente que desafía el frío y el desamparo. Sus "pequeñas estrellas", como él llama a las chispas bienhechoras.

-¿Qué te trae por acá?

Mateo le cuenta, a través de la bufanda, la reciente conversación. Comparten un cigarrillo, el primero. Y, tras una larga pausa (los Solucionólogos suelen tomarse un tiempo...) dice Fabrizio:

-¡Bien! Ella ha vuelto a la vida. Por lo que me contaste en otros viajes, hacía falta un milagro... Empezamos bien, el milagro ya se ha instalado.
-Pues, sí. Ahora se anima a hablar de "vacaciones" y "noches en compañía"... ¡Es realmente un milagro!
-¿Quién lo hubiera dicho...? Ni yo apostaba al milagro y, si hubiera apostado... qué lástima... hubiera apostado... ¡un tarro de dulce de leche!

Fabrizio mira con simpatía el pequeño fogón y revuelve un poco las brasas.

-Seguro que ahora, cada vez que recibe un mensaje se irrita si no acarrea el nombre adorado. Si conoceré yo esa emergencia...
-Pero entonces... ¿qué te preocupa, Mateo?

-Su MIEDO.

-¿Miedo de qué? ¿Los enamorados tienen miedo?

-Algo de su miedo me ha contado. Que el sapo, que el ogro...

-Mateo -dijo el Solucionólogo- al igual que en las fábulas de reinados y estanques, tu Princesa tiene miedo pues el miedo oculta el dolor.

-¿Qué dolor?

-El dolor de la ausencia.

-¿Cómo sabés que me ha descrito una historia de ausencia?

-Ah... El amor está teñido de ausencias. Aunque estén a centímetros de distancia... es como el aire que no se puede dejar de respirar. El amor nos hace cometer locuras. Yo las hubiera cometido todas, de haber tenido dinero.


Entonces Fabrizio escribió en un papelucho manchado: "MIEDO, LOCURA, MUERTE" y lo arrojó a la fogata, que lanzó un penacho de luz. Luego, al calor del segundo cigarrillo, retomó la palabra:

-El miedo es un freno a la hora de tomar decisiones. Qué alivio disponer de una barrera que nos evite los grandes dilemas ¿no te parece? Miedo a equivocarse, a ilusionarse o incluso a decepcionarse. Temer ser tonto porque uno ha idealizado al otro excesivamente.
-¿Qué puedo decirte, Fabrizio? Sabés cuánto la quiero. La cuido, aún sin que ella lo sepa, en todas las paradas de colectivo.

-Decile que sueñe sin límites, que sienta sin rubor y... que escriba. En este período de distancia, las palabras no son enemigas sino amables cómplices. Que haga... una HOJA DE RUTA. Sí, eso le va a quitar el miedo.


Fumaron el tercer cigarrillo y Mateo se zambulló en las calles oscuras procurando, esa noche, soñar con ella.



viernes, 13 de mayo de 2011

No llegas



Esperé que llegaras
Y las horas pasaron
Con lentitud de años.
La aguja vi marchar,
Se hizo de noche
Y ya oscurece.
Supe que no vendrías
Y, como un pobre paria,
Sólo supe llorar.

20 de Marzo de 1955