Letras y Cuentos de mi Sangre: Una y mil noches… un amor de ensueño

lunes, 21 de diciembre de 2009

Una y mil noches… un amor de ensueño

Probablemente no se tocan desde hace meses. No se hablan. Conviven por inercia, por parálisis, con sabor a sequía.

Quizá Inés se despierta una noche, sobresaltada. Miguel, a su lado, glacial, escucha a regañadientes los sollozos.

Podría decirse que Diana ha tenido una horrible pesadilla y entonces, entre lágrimas, catapulta sus recuerdos. Se interrumpe así un silencio de meses seculares y Santiago no podría dejar de escucharla.

El sueño ha sido, seguramente, atroz. Laura, cubierta por un llanto que transforma en atrayente su obstinada fealdad, debe contar: “Eran tres hombres. Me perseguían en una callecita oscura. Yo corría desesperada y empezaba a perder mis ropas”. Alberto indudablemente trata de consolarla, con éxito raleado.

“Tres hombres”, gime Alicia. “Tres hombres encapuchados y robustos”. En una de ésas, Osvaldo, con inusual ternura, espía de reojo la frágil espalda de su compañera.

“Era en la esquina abandonada de Balcarce y Garay. Reconocí los escombros”, grita Ana. “No tenía escapatoria”.
“¡¡¡¿Balcarce y Garay?!!!”, estalla casi infaliblemente Adolfo. “Cuando me despertaste, yo estaba soñando justo con esa esquina maldita, siniestra. Vos corrías como una loca, huyendo de unos desalmados, casi desnuda. Por suerte llegaba yo y te salvaba”.

Susana, entonces, respira aliviada. Se adormece mientras Marco vela su marino abandono.

Carlos y María ya no se separan. A pesar de la orgullosa frialdad que mantienen de día, posiblemente por las noches continúan soñando un capítulo cada uno, completando así una historia de amor como pocas.

S.S. (Adaptación)

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