Cuando un día cansado y abatido, muerta ya la ilusión y la esperanza
Te pedí ¡Oh, Señor! Me perdonaras cobijando en ti mi pobre alma,
No pensé que en el mundo yo podría mantener nuevamente una esperanza.
Hoy me inclino ante ti y con respeto, de rodillas, Señor, te lo suplico,
Haz que dure este sueño que hoy comienza, haz que viva feliz un paraíso,
Que aunque sea en el ocaso de mi vida, se compense lo tanto que he sufrido.
¡Ayúdale, Señor, al que te implora que ante ti se ha inclinado arrepentido!
22 de Setiembre de 1960
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