Bajo la bóveda frondosa
Donde el blanco jazmín
Se entrelaza a la rosa,
En la ribera florecida
Que sonríe a la mañana,
Deslicémonos suavemente
En sus cautivadoras aguas,
Sigamos la corriente que huye.
En la onda que una mano
Despreocupada estremece.
Ven, ganemos la orilla
Donde el manantial duerme
Y el pájaro, el pájaro canta.
(Dúo de las Flores, Opera LAKME de Leo Delibes - Traducción)
viernes, 22 de mayo de 2009
Dúo de las flores
lunes, 18 de mayo de 2009
La dicha que tú me diste
miércoles, 13 de mayo de 2009
Mis sueños
domingo, 10 de mayo de 2009
Por qué no amarte...

Hace ya bastante tiempo, cuando al caer de una tarde
Llegó mi boca atrevida a besar sobre tus carnes.
Entonces noté en tus ojos brillo de angustia, emoción
O quizá de soledad, que me llenó de ternura
Y de amor para cuidarte.
Luego otra tarde charlamos de ti, de mí,
De lo andado por caminos muy distantes,
Y desde entonces quedó, pecosa carita de ángel,
Como una hermosa poesía de recuerdo inolvidable,
La pequeñez de tu rostro y esos ojos brillantes.
Y se fue escapando el tiempo y con él, tú te alejaste.
Quizá no fue por maldad sino porque no me amaste,
Porque lo quiso la vida, porque quizá fui yo mismo
Quien no logró interpretarte.
Y es por eso que hoy no quiero y no puedo en adelante
Ver esos ojos que fueron en un tiempo forma y parte
De mi amor y mi ilusión, que el llanto vuelva a mojarles.
Queda prohibido por siempre que te humilles o te arrastres.
Escúchame bien y piensa que si no pudiste amarme
Tienes derecho a la vida y obligación de salvarte,
Por ti misma y tus pequeños, que siempre han de precisarte.
Yo siempre te he de ayudar, por ellos y por lo de antes.
Llegó mi boca atrevida a besar sobre tus carnes.
Entonces noté en tus ojos brillo de angustia, emoción
O quizá de soledad, que me llenó de ternura
Y de amor para cuidarte.
Luego otra tarde charlamos de ti, de mí,
De lo andado por caminos muy distantes,
Y desde entonces quedó, pecosa carita de ángel,
Como una hermosa poesía de recuerdo inolvidable,
La pequeñez de tu rostro y esos ojos brillantes.
Y se fue escapando el tiempo y con él, tú te alejaste.
Quizá no fue por maldad sino porque no me amaste,
Porque lo quiso la vida, porque quizá fui yo mismo
Quien no logró interpretarte.
Y es por eso que hoy no quiero y no puedo en adelante
Ver esos ojos que fueron en un tiempo forma y parte
De mi amor y mi ilusión, que el llanto vuelva a mojarles.
Queda prohibido por siempre que te humilles o te arrastres.
Escúchame bien y piensa que si no pudiste amarme
Tienes derecho a la vida y obligación de salvarte,
Por ti misma y tus pequeños, que siempre han de precisarte.
Yo siempre te he de ayudar, por ellos y por lo de antes.
26 de Junio de 1971
sábado, 9 de mayo de 2009
Delirio

Es noche.
El viento gime entre los árboles su queja
Y yo estoy solo, perdido en las tinieblas.
Tú estás en mí, mi vida en ti se aferra
Y el viento sigue llorando su tristeza.
Es noche de dolor, noche de pena,
Noche de soledad, noche de ausencia,
Es noche de fatal desesperanza,
Es la noche sin fin, la noche negra.
Tú estás en mi ilusión, tú aquí en mi pena,
En estas lágrimas mías que derramo,
En el amor quizá que no me llega,
Y en esta grande ilusión que nunca alcanza.
Es noche ya, el viento gime y yo te amo.
En esta soledad la vida mía es un martirio.
¡Si tú supieras, mujer, cuánto te llamo!
Este, mi amor, ya no es amor. Es un delirio.
4 de Octubre de 1957
miércoles, 6 de mayo de 2009
Al Poeta
Sólo bastaba con quitar el polvo y poner un poco de orden, algunas cosas se perdieron sin remedio, otras yacían olvidadas, mustias, esperando algún día ver la luz o desaparecer para siempre.
Un tesoro… Lo supe en cuanto lo vi, aquella vez, solos, el día del antes y el después. Preguntó si me aburría, quizá porque me vio callada y con la mirada ausente. ¡Nada de eso! Mientras escuchaba su voz tan cerca de mí, pensaba la forma de dar vida a las palabras que alguien, mucho tiempo atrás, susurró con dolor ante un papel manchado de lágrimas. Resucitar la obra de un Poeta ignorado que amó, rió, lloró y murió en soledad, regando el camino con su canto triste, melancólico, añoranza de tiempos más felices, noches de luna llena y sueños apasionados.
Tuve que contenerme para no dar rienda suelta al entusiasmo, recorría las páginas sin animarme a preguntar, quería ver más allá, saber qué pensaría si… No me atreví a más, él no conocía mi mundo, no lo imaginaba siquiera, hubiera resultado disparatado hablar de esas cosas.
Sin embargo fue ese mismo día, en el viaje de vuelta a casa, cuando mi cabeza se llenó de buenos propósitos, ideas, colores y sueños. Una tarea laboriosa que emprendí con gusto, me hacía feliz, muy feliz. Los versos del Poeta me abrían la puerta a un mundo nuevo, una vida en que el amor y el dolor se entrelazaban en una danza sin fin, a veces quejumbrosa, a veces llena de júbilo.
¿Habrá querido ser leído? ¿Para quién escribía, en realidad?
Tantos “Si supieras…” diseminados en su obra parecen gritar a las claras cosas que alguien debió escuchar en otro tiempo y lugar. Cosas que quizá nadie escuchó.
Ese capricho egoísta del escritor que pretende ser interpretado sin necesidad de explicar… Bellas metáforas, párrafos herméticos, silencios que el lector es incapaz de comprender.
De algún modo me siento cerca de él, puedo compartir la tristeza y la soledad, la frustración, el desamor y también la belleza y la ingenuidad de sus palabras. Su obra es para mí un tesoro valiosísimo, por muchos motivos. Soy feliz reviviendo un pasado que me estremece desde lejos, palabras que me reconfortan y me llenan. Imagino su voz resonando en una habitación vacía, susurrando un nombre, esperando a quien no volverá, rezando y maldiciendo hasta perder el sentido y la esperanza.
A veces sueño que todo es distinto y posible, pero es sólo un sueño y en eso nos parecemos, porque soñar es el mágico arte de ver la luz rasgando las tinieblas, dejar que un soplo de libertad acaricie el rostro, es volver a empezar una y otra vez, es sentirse vivo.
El Poeta vive entre nosotros, sus palabras no han perdido fuerza ni vigencia, leerlo es siempre un volver a empezar.
Mi humilde homenaje… porque así lo siento, porque es parte de mí.
Un tesoro… Lo supe en cuanto lo vi, aquella vez, solos, el día del antes y el después. Preguntó si me aburría, quizá porque me vio callada y con la mirada ausente. ¡Nada de eso! Mientras escuchaba su voz tan cerca de mí, pensaba la forma de dar vida a las palabras que alguien, mucho tiempo atrás, susurró con dolor ante un papel manchado de lágrimas. Resucitar la obra de un Poeta ignorado que amó, rió, lloró y murió en soledad, regando el camino con su canto triste, melancólico, añoranza de tiempos más felices, noches de luna llena y sueños apasionados.
Tuve que contenerme para no dar rienda suelta al entusiasmo, recorría las páginas sin animarme a preguntar, quería ver más allá, saber qué pensaría si… No me atreví a más, él no conocía mi mundo, no lo imaginaba siquiera, hubiera resultado disparatado hablar de esas cosas.
Sin embargo fue ese mismo día, en el viaje de vuelta a casa, cuando mi cabeza se llenó de buenos propósitos, ideas, colores y sueños. Una tarea laboriosa que emprendí con gusto, me hacía feliz, muy feliz. Los versos del Poeta me abrían la puerta a un mundo nuevo, una vida en que el amor y el dolor se entrelazaban en una danza sin fin, a veces quejumbrosa, a veces llena de júbilo.
¿Habrá querido ser leído? ¿Para quién escribía, en realidad?
Tantos “Si supieras…” diseminados en su obra parecen gritar a las claras cosas que alguien debió escuchar en otro tiempo y lugar. Cosas que quizá nadie escuchó.
Ese capricho egoísta del escritor que pretende ser interpretado sin necesidad de explicar… Bellas metáforas, párrafos herméticos, silencios que el lector es incapaz de comprender.
De algún modo me siento cerca de él, puedo compartir la tristeza y la soledad, la frustración, el desamor y también la belleza y la ingenuidad de sus palabras. Su obra es para mí un tesoro valiosísimo, por muchos motivos. Soy feliz reviviendo un pasado que me estremece desde lejos, palabras que me reconfortan y me llenan. Imagino su voz resonando en una habitación vacía, susurrando un nombre, esperando a quien no volverá, rezando y maldiciendo hasta perder el sentido y la esperanza.
A veces sueño que todo es distinto y posible, pero es sólo un sueño y en eso nos parecemos, porque soñar es el mágico arte de ver la luz rasgando las tinieblas, dejar que un soplo de libertad acaricie el rostro, es volver a empezar una y otra vez, es sentirse vivo.
El Poeta vive entre nosotros, sus palabras no han perdido fuerza ni vigencia, leerlo es siempre un volver a empezar.
Mi humilde homenaje… porque así lo siento, porque es parte de mí.
viernes, 1 de mayo de 2009
Una estrella
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